A veces no somos concientes de la relevancia que tienen los comentarios que hacemos los lectores, cada día, en los blogs que leemos. Aparte de compartir opiniones, creándose así un flujo de diálogo muy enriquecedor, nos da la oportunidad de conocer a nueva gente con intereses comunes.
Todo este rollo, ¿por qué? Pues porque el post de hoy está originado, precisamente, en uno de esos comentarios. Me explico: el otro día, en el post "Un espacio propio en casa", me escribía Mamen, del estupendo blog "El desván de Mamen", y me decía lo siguiente:
"Yo hace tiempo que cree mi espacio con un escritorio americano sacado de una vieja estación de renfe, una silla Thonet de brazos y una ventana grande, estoy en la gloria. Todo el mundo debería tener ese hueco donde aislarse del mundo, tampoco tiene que ser necesariamente un escritorio, vale un invernadero en la terraza, un sillón de lectura, ...hasta se puede pensar en la cocina"
Ni corto ni perezoso, y sacando de mí al cotilla que todos llevamos dentro, le contesté que estaría encantado de ver ese espacio, que, solo con la descripción, ya me hacía rabiar de envidia (sana, evidentemente). Rápidamente recibí un e-mail con las fotografías que, muy amablemente, Mamen me ha permitido que comparta con todos vosotros:
Bellísimo, ¿verdad? Las expectativas se cumplían con creces. Se trata de un espacio de trabajo que reúne todas las condiciones que, por lo menos para mí, lo hacen ideal: luminosidad, vistas envidiables, mobiliario con muchísimo encanto (¡lo que daría por ese escritorio!) y, sobre todo, vida. La vida de Mamen, a la que agradezco enormemente que nos haya permitido "entrar".
Amante de lo "viejuno", como la catalogó Lalole alguna vez, Mamen me contaba que gran parte de los objetos que conforman su espacio, procedentes de unas viejas oficinas de Renfe, fueron rescatados de una quema casi segura por su suegro, y luego ella los fue recuperando y transmitiéndoles todo su amor.
Amante de lo "viejuno", como la catalogó Lalole alguna vez, Mamen me contaba que gran parte de los objetos que conforman su espacio, procedentes de unas viejas oficinas de Renfe, fueron rescatados de una quema casi segura por su suegro, y luego ella los fue recuperando y transmitiéndoles todo su amor.
No me extraña que su blog tenga la calidad que tiene, si está escrito desde aquí: la inspiración llega sola.
Un abrazo Mamen.
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