Si en el post de ayer apostaba por la elegancia del duo blanco y negro en una preciosa casa de campo, en este de hoy he elegido un loft en el que el que la práctica totalidad de los revestimientos, de un blanco impoluto, actúan como lienzo sobre el que desplegar toda una gama de colores que evitan la monotonía monocromática.

Se trata de la vivienda neoyorquina, en pleno corazon de Tribeca, uno de los barrios más cool de la gran manzana, del diseñador danés Soren Kjaer Rose, cuya procedencia se deja sentir en la decoración del loft, ya que domina el estilo nórdico, adobado con pequeñas dosis de piezas industriales, propias de la vida anterior de la vivienda, una antigua fábrica.

Los destellos de color proceden de ciertas piezas de mobiliario, de algunos paños de pared (sobre todo en las habitaciones infantiles), de los textiles y, sobre todo, de las obras de arte (fundamentalmente cuadros) que se dejan ver en la mayor parte de los espacios.






 

 Imágenes: Bo Bedre

0 comments:

Post a Comment

 
Top