Hay muchas cosas que sorprenden al echar un vistazo rápido a esta casa: la indefinición de estilo, la variadísima paleta de colores, etc, pero más sorprende la cantidad de detalles singulares que podemos apreciar en un examen más detenido.

Situada en un entorno rural protegido, muy cerca del mar, en el País Vasco francés, esta casa, de 350 metros cuadrados, desprende singularidad en cada uno de sus rincones. Al tratarse de una construcción protegida, la reforma tuvo que llevarse a cabo según una normativa muy estricta, por lo que toda la libertad de actuación fue en la decoración, asumida a partes iguales por los propietarios y el interiorista.

Las dos partes deseaban imprimir a la casa un estilo ecléctico, basado en el gusto por las piezas, sabiamente combinadas, de diversas procedencias, pero sobre todo en "dejarse llevar por la imaginación". Se mezcla así mobiliario de diferentes épocas, procedente de brocantes de la zona, y de diferentes estilos. En cuanto a la gama de colores, se decantaron por dos básicos: el azul, del mar y el cielo, y el rojo coral, muy típico en esa zona del país. Para suavizarlos, matices de color tierra y arena por todos los lados.














El resultado, como puede comprobarse, es espectacular. Y es el que los propietarios querían: la combinación de mar y campo, casa urbana y rural, y, sobre todo, diálogo entre lo nuevo y lo viejo.

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