No me gustan nada los baños asépticos, desprovistos de carácter. Soy un verdadero entusiasta de los baños que derrochan una acusada personalidad, conseguida, por ejemplo, a través de un marcado contraste de colores o de estilos, de la introducción de elementos generalmente impropios de este espacio (una lámpara de araña en el techo, un sillón de época, una obra de arte, etc.), es decir, lo que hace de ellos lugares cálidos y vividos.
¡FELIZ FIN DE SEMANA!
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