Tengo una especial atracción por los asientos que dejan parte de su armazón a la vista, esos sillones, butacas y sofás, rescatados del olvido, que exhiben sin pudor las heridas que sobre sus cuerpos ha dejado la vida. Estas "heridas" son mantenidas, muchas veces, de manera deliberada por sus rescatadores: tapiceros y resturadores de muebles que intentan así hacer evidente el paso del tiempo por la superficie de estos muebles.










El encanto que desprenden es inmenso, son como esas pequeñas criaturas que necesitan amparo y todo nuestro cuidado y cariño, y que aun así no sienten vergüenza de su estado. 

Estas piezas quedan bien en cualquier esquema decorativo. A mí me gustan especialmente en espacios amplios donde puedan lucir todo su "esplendor", exhibir su orgullo. Y me gustan en contraste con otras piezas "de menos edad", es decir, con elementos más modernos para que el contraste las evidencie aún más.









Todas estas piezas están a la vente en "Obsolete", una firma californiana, especializada en antigüedades y muebles de segunda mano en general.

Me gustaría saber vuestra opinión: ¿sois partidarios de mantener estas "heridas" en un mueble o preferís una restauración total?

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