Cerdeña fue el destino de mis vacaciones de verano del año pasado. Me habían hablado mucho de esta isla italiana, y todo bueno, pero nada comparado a verla y vivirla in situ. Es por ello que me ha hecho mucha ilusión ver esta preciosa casa, porque así como son muy frecuentes, en publicaciones de decoración, las viviendas de otras islas mediterráneas, como Ibiza o Formentera por ejemplo, son pocas las veces que vemos residencias ubicadas en Cerdeña.

Toda ella respira calma y tranquilidad, logradas por la omnipresencia del color blanco en suelos, paredes y techos, blancura solo alterada por las escasas pinceladas de los tonos de la madera de algunas de las piezas de mobiliario y de mínimos destellos de color azul de algunos elementos decorativos, un sabio guiño cromático a la cercanía del mar.

Una preciosa vivienda en la que no me importaría pasar una segunda estancia en la isla.

Procedencia de las imágenes: AD Rusia

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