Este es un post sobre las casualidades de la vida pero, por encima de todo, sobre un interiorista emergente, Pedro López, que, desde que lo he descubierto, me tiene totalmente admirado.

Os cuento. Llevaba tiempo siguiendo por Instagram el perfil de Pedro López, admirando sus fotografías de ventanas y paredes desvencijadas de casas de pueblo, de vasijas olvidadas, de hornacinas con Vírgenes y Santos en las calles de esos mismos pueblos, de preciosas baldosas de mosaico hidráulico que nos remiten a otros tiempos (a pesar de estar de tan rabiosa actualidad). 

Llevo tiempo siguiéndole, decía, y ayer, de repente, leyendo el blog "Un hombre en casa", me encuentro con un precioso post sobre Pedro López, y descubro que tiene un estudio, Estudio López, desde donde apuesta por la amalgama de tradición y vanguardia para sus proyectos de interiorismo.

Él mismo apunta en su web que "sus raices rurales y una intima relación con la naturaleza desde la infancia le han mantenido siempre fuertemente conectado a las maneras y modos tradicionales de entender la vida diaria y los espacios donde ésta se desarrolla, y hoy constituyen una de sus fuentes de inspiración en la actividad creativa".

Las imágenes siguientes corresponden a uno de sus trabajos de interiorismo, una casa rural en Jaen, donde vemos cómo Pedro López pone en valor decorativo el tradicional mobiliario rural español, junto a obras de arte modernas, en lo que podríamos denominar "estilo neo-rural". 






¿Su próximo proyecto? El interiorismo de un apartamento efímero en Madrid (Calle Belén, 2), del 6 al 9 de junio, con piezas de La Recova, textiles de Ocott, y obras de arte de la Galería José Robles. Yo que vosotros no me lo perdería, yo, desde luego, estaré por allí.

Todas las imágenes proceden del Instagram de Pedro López, excepto las cuatro últimas, de Estudio López.
 

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