Está en Toronto, y es una antigua casa victoriana que había permanecido abandonada durante 30 años, por lo que todo debía ser hecho de nuevo, aunque el carácter de vivienda de época (altos techos con molduras, amplios ventanales, etc.) permanecía intacto.
El diseñador francés Stephane Chamard fue el encargado de llevar a cabo el proyecto de la reforma, a la que intencionadamente dio un notable "sabor" afrancesado. Del interiorismo llama sobre todo la atención el soberbio dramatismo que desprende la omnipresencia del dúo cromático blanco y negro, que acentúa su rotundidad gracias a la presencia, muy medida, del llamativo color rojo en algunas piezas de mobiliario.
En cuanto a la decoración destaca la cantidad de iconos del diseño del XX que campan a sus anchas por todos los espacios y que establecen un contraste muy llamativo con el clasicismo de los elementos arquitectónicos de la vivienda.
Me encanta la casa completa, pero hay dos espacios que me parecen excepcionales: la cocina y el rincón al lado de la chimenea, con esos dos magníficos sillones Egg de Arne Jacobsen, que dialogan sin pudor con ella.
¿Qué os parece?
Más información: Home Adore
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