Esta es la historia de una joven pareja (arquitecta ella, gerente de finanzas él) que andaba buscando vivienda en las cercanías de Amsterdam. No querían cualquier cosa, sino un espacio único, con carácter y personalidad que pudieran reformar y convertirlo en la casa con la que siempre habían soñado.

Dieron con lo que estaban buscando en la planta baja de un antiguo edificio de ladrillo que se estaba utilizando para almacenar puertas viejas e incluso un barco. Inmediatamente vieron las posibilidades con las que contaba, así que decidieron adquirirlo. Pasaron seis meses de obras, en los que con una gran cantidad de mano de obra pero, sobre todo, con mucha paciencia, acabaron por convertirlo en lo que deseaban.

Decidieron crear un gran lienzo blanco (paredes, suelos y techos) que aportara luminosidad y que acogiera, sin interferencias, el tipo de mobiliario que deseaban: muebles con mucho carácter, de estilo industrial, de segunda mano (encontrados en mercadillos y tiendas de la zona) y también un gran número de piezas recicladas y recuperadas. Un mix que da como resultado un proyecto de decoración muy actual.

¿Un must? El comedor, con esa magnífica mesa de madera y hierro y el mix de sillas modernas enfrentadas a las antiguas butacas de teatro. ¡Genial!

Procedencia de las imágenes: Houzz


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