Aunque viendo estas fotografías nos parezca imposible, el origen de la actual vivienda estaba en cuatro pequeñas casas del siglo XIX, en la pequeña aldea de Garzón, en la provincia de Roche, en el interior de Uruguay, que una pareja decididió adquirir para convertirlas en su residencia veraniega. La pareja decidió dar carta libre al arquitecto Diego Montero para que llevase a cabo la intervención que creyese más oportuna.

El resultado, como puede verse, es, cuanto menos, insólito. El arquitecto decidió tirar las estructuras preexistentes y crear una nueva de cemento, que llama poderosamente la atención por el contraste creado con las construcciones más humildes que la circundan. Para que este constraste fuera aún más llamativo, no dudó en pintar ventanas y puertas en un color rojo chillón.

Y es precisamente este color el que crea una solución de continuidad entre todos los espacios de la casa, ya que no hay ninguno en donde el rojo esté desterrado, en mayor o menor medida, bien sea a través de los textiles, las baldosas, algunas piezas de mobiliario, pequeños detalles decorativos, o la presencia de una simple roja roja, lo que imprime una gran singularidad al proyecto, con un resultado magnífico y muy personal.

Una casa de campo diferente, ¿verdad? A mí me encanta el resultado, ¿a vosotros?

Más información y procedencia de las imágenes: Casa Vogue Brasil

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