Una de las cuestiones más difíciles de dilucidar en decoración es la relativa al estilo rural. ¿Qué es y qué caracteriza a este estilo? Son preguntas muy complicadas de contestar porque hay tantos estilos rurales como zonas geográficas. No tiene nada que ver el de la Provenza con el de la Toscana e incluso se hace harto difícil hablar de un estilo rural español unificado, porque cada región viene determinada por unos elementos decorativos y unas estructuras arquitectónicas diferentes; por no hablar del estilo rural en países mucho más alejados del nuestro.

Lo que todos tienen en común, sea en el país que sea, es la sencillez de las formas, los materiales utilizados, todos ellos apegados a la tierra, a la naturaleza, casi siempre elaborados de manera artesanal y, por encima de todo, la funcionalidad por encima de la estética, sin dejar esta última de lado, ni mucho menos.

Todo esto viene al caso por la casa que hoy ocupa el post. Está en la costa brasileña y, a pesar de su simplicidad, derrocha opulencia (si se me permite la antítesis). Transmite esa paz y tranquilidad que se deriva de la vida pausada de los pueblos. Pero lo más significativo en ella son las texturas y, sobre todo, la paleta de colores, totalmente conectada con la naturaleza: los marrones de la tierra, el verde de la vegetación y las pinceladas (escasas, pero muy efectivas) azules, que recuerdan la cercanía del mar.












¿No os entran unas ganas inmensas de perderos en ella durante una temporada y alejaros del bullicio de la ciudad, de lo cotidiano? Esa es la verdader opulencia.

Más información: Elle Decoration UK

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